domingo, 4 de diciembre de 2016

EL ESPECIALISTA Y NUESTRA SEGURIDAD

En artículos anteriores, hemos visto la importancia de tomar conciencia acerca del Lupus y poner de nuestra parte para subsanarlo.  Aunque, si tú eres una pieza clave en tu proceso, también lo es tu especialista. 

Podemos estar de acuerdo en que actualmente casi todos los facultativos viven estresados e incluso desmotivados en su trabajo por las condiciones laborales que tienen que soportar, pero ¿qué haríamos sin ellos en estados de crisis? Cuando se nos presenta un brote agresivo, clínicamente ellos tienen el conocimiento apropiado para atajar el problema. Nosotros, en esos momentos, solo podemos mantener la calma, confiar que todo saldrá bien y tener la certeza que estamos en las mejores manos para salir adelante. Ese es el pensamiento propulsor que nos tiene que reequilibrar. El leitmotiv que nos tiene que guiar en esos momentos tan dramáticos que a veces nos toca vivir. Todo eso y un buen especialista que conozca las artimañas de nuestra enfermedad. 

El debut de mi Lupus me causó mucha inseguridad. Esta se generó ante el desconocimiento que tenían los primeros especialistas que trataron mi recién nacido “cachorro de lobo”. Caprichos del destino, mi primer ingreso hospitalario fue un 10 de Mayo, día internacional del Lupus. Ese día fue el comienzo de la gran transformación de mi Vida. Y digo gran porque, aunque en los inicios fuese muy dolorosa, esta enfermedad me ha abierto los ojos en muchos sentidos. Al principio, todo parecía catastrófico pero, con los años, una se da cuenta de que es lo mejor que podía pasarle si no quería seguir con la vida que estaba llevando. En cierta manera, me estaba obligando a vivir situaciones con personas que no me eran afines y, aún y así, me forzaba a seguir con aquel ritmo. No escuchaba mi corazón, tan solo le hacía caso a mi mente “políticamente correcta”. Hasta que mi maquinaria dijo “Basta!” y de muy malas maneras.

Los síntomas iniciales fueron dolorosos y resultaban confusos porque por aquellos entonces, con 28 años, estaba sufriendo las aflicciones propias de una anciana de 80. Después del diagnóstico inicial de mi doctora de cabecera, se me derivó a un reumatólogo que me empezó a recetar la típica cortisona que pone una tirita a nuestras molestias, entre otras pastillas que poco pudieron evitar mi primer brote magistral. 

Aún recuerdo los escalofríos y la fiebre que me llevaron un lunes a urgencias. Eran de esperar aquellos síntomas porque, literalmente, me quedé sin defensas. Mi lupus debutó con una leucopenia galopante acompañada de un rush terrorífico que hizo mi cara irreconocible. No parecía ni mi sombra. En ese hospital, acabado de inaugurar, me hicieron todo tipo de pruebas buscando una explicación a ese Lupus tan agresivo. Mi ingreso lo supervisó otro reumatólogo, supuestamente más entendido que el primero, que sin embargo iba muy perdido con mi caso. Atónito ante los resultados de mis frecuentes analíticas, el especialista no daba crédito a esos valores y me afirmaba titubeante que no había visto un Lupus como el mío. Ante eso, mis niveles de confianza cayeron empicados a cero. Hacia el médico, hacia el centro hospitalario y hacia la medicina en general. ¿Cómo era posible que fuese una rara avis sin aparente solución? Me preguntaba desesperada. Por suerte, logré salir a salvo de ese y un segundo ingreso que fue similar, gracias a una enfermera del equipo de reumatología de ese mismo hospital que, viendo que mi Lupus se les escapaba de las manos, me dirigió a uno de los mayores especialistas en Lupus que hay en Cataluña.  

Ese cambio de especialista supuso una clara mejora en mi proceso porque se me cambió rápidamente la medicación y, como no, porque yo me vi más segura y cobijada bajo la supervisión de un facultativo con muchísimos años de experiencia en estos casos.

Con esto os quiero decir que es sumamente importante que pongáis en marcha vuestra intuición y encontréis a un médico que os de esa confianza que yo recibí para salir adelante. Alguien que os controle y que sepa exactamente con qué se las está viendo. Me han llegado casos de pacientes que únicamente reciben la supervisión de sus médicos de ambulatorio y estos no les derivan a ningún especialista. Por el respeto y el amor que os debéis, eso no lo podéis tolerar. Existen directorios médicos donde podéis encontrar auténticos profesionales que son entendidos en nuestra enfermedad. Especialistas que cuentan con una dilatada experiencia y que están al servicio de personas como nosotros. Os animo a apostar por vuestra salud.


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