En artículos
anteriores, hemos visto la importancia de tomar conciencia acerca del Lupus y
poner de nuestra parte para subsanarlo. Aunque,
si tú eres una pieza clave en tu proceso, también lo es tu especialista.
Podemos
estar de acuerdo en que actualmente casi todos los facultativos viven
estresados e incluso desmotivados en su trabajo por las condiciones laborales
que tienen que soportar, pero ¿qué haríamos sin ellos en estados de crisis? Cuando
se nos presenta un brote agresivo, clínicamente ellos tienen el conocimiento
apropiado para atajar el problema. Nosotros, en esos momentos, solo podemos
mantener la calma, confiar que todo saldrá bien y tener la certeza que estamos
en las mejores manos para salir adelante. Ese es el pensamiento propulsor que
nos tiene que reequilibrar. El leitmotiv
que nos tiene que guiar en esos momentos tan dramáticos que a veces nos toca
vivir. Todo eso y un buen especialista que conozca las artimañas de nuestra
enfermedad.
El debut de
mi Lupus me causó mucha inseguridad. Esta se generó ante el desconocimiento que
tenían los primeros especialistas que trataron mi recién nacido “cachorro de lobo”.
Caprichos del destino, mi primer ingreso hospitalario fue un 10 de Mayo, día
internacional del Lupus. Ese día fue el comienzo de la gran transformación de
mi Vida. Y digo gran porque, aunque en los inicios fuese muy dolorosa, esta
enfermedad me ha abierto los ojos en muchos sentidos. Al principio, todo
parecía catastrófico pero, con los años, una se da cuenta de que es lo mejor que
podía pasarle si no quería seguir con la vida que estaba llevando. En cierta
manera, me estaba obligando a vivir situaciones con personas que no me eran
afines y, aún y así, me forzaba a seguir con aquel ritmo. No escuchaba mi
corazón, tan solo le hacía caso a mi mente “políticamente correcta”. Hasta que
mi maquinaria dijo “Basta!” y de muy malas maneras.
Los
síntomas iniciales fueron dolorosos y resultaban confusos porque por aquellos
entonces, con 28 años, estaba sufriendo las aflicciones propias de una anciana de 80. Después del
diagnóstico inicial de mi doctora de cabecera, se me derivó a un reumatólogo
que me empezó a recetar la típica cortisona que pone una tirita a nuestras
molestias, entre otras pastillas que poco pudieron evitar mi primer brote
magistral.
Aún
recuerdo los escalofríos y la fiebre que me llevaron un lunes a urgencias. Eran
de esperar aquellos síntomas porque, literalmente, me quedé sin defensas. Mi
lupus debutó con una leucopenia galopante acompañada de un rush terrorífico que hizo mi cara irreconocible. No parecía ni mi
sombra. En ese hospital, acabado de inaugurar, me hicieron todo tipo de
pruebas buscando una explicación a ese Lupus tan agresivo. Mi ingreso lo
supervisó otro reumatólogo, supuestamente más entendido que el primero, que sin
embargo iba muy perdido con mi caso. Atónito ante los resultados de mis
frecuentes analíticas, el especialista no daba crédito a esos valores y me
afirmaba titubeante que no había visto un Lupus como el mío. Ante eso, mis
niveles de confianza cayeron empicados a cero. Hacia el médico, hacia el centro
hospitalario y hacia la medicina en general. ¿Cómo era posible que fuese una rara avis sin aparente solución? Me preguntaba
desesperada. Por suerte, logré salir a salvo de ese y un segundo ingreso que
fue similar, gracias a una enfermera del equipo de reumatología de ese mismo hospital
que, viendo que mi Lupus se les escapaba de las manos, me dirigió a uno de los
mayores especialistas en Lupus que hay en Cataluña.
Ese cambio
de especialista supuso una clara mejora en mi proceso porque se me cambió
rápidamente la medicación y, como no, porque yo me vi más segura y cobijada
bajo la supervisión de un facultativo con muchísimos años de experiencia en
estos casos.
Con esto os
quiero decir que es sumamente importante que pongáis en marcha vuestra
intuición y encontréis a un médico que os de esa confianza que yo recibí para
salir adelante. Alguien que os controle y que sepa exactamente con qué se las
está viendo. Me han llegado casos de pacientes que únicamente reciben la
supervisión de sus médicos de ambulatorio y estos no les derivan a ningún especialista.
Por el respeto y el amor que os debéis, eso no lo podéis tolerar. Existen
directorios médicos donde podéis encontrar auténticos profesionales que son entendidos en nuestra enfermedad. Especialistas que
cuentan con una dilatada experiencia y que están al servicio de personas como nosotros. Os
animo a apostar por vuestra salud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario